Cuando
yo era un niño solía rezar a Dios, 'Por
favor, Dios hazme un superhombre, dame poderes para defender a los débiles, quiero volar y ser uno de los buenos.'
Recuerdo
haber tenido sueños de volar a través del cielo, pero Dios no me dio
superpoderes, no pasó nada.
Tuve una infancia feliz, a pesar de mi
padre y mi madre estar separados, pero no me
dolió tanto pues ellos se separaron uno o dos años después de mi nacimiento;
Crecí sin un padre en mi casa, pero mis tíos
me llevaban por todas partes, las tardes comiendo pizza, la mañanas a la playa, los
helados... yo estaba feliz.
Supongo
que yo era un verdadero problema para mi ángel de la guarda, recuerdo que estaba
todo el tiempo subido a los árboles de mango y recuerdo
ir a la azotea de la casa de mi
abuela con un machete, una cuerda y un palo... unidas entre sí tomé el palo con el machete en la parte superior y empezar a tumbar
limoncillos, lo siguiente que sé es que el machete cayó en mi
cabeza, pero sólo por donde se agarra me golpeó, el metal no me tocó, me di cuenta de lo afortunado
que era.
Suerte...
no... Dios estaba cuidando de mí, aunque
yo no estaba orando como cuando
yo quería ser un superhéroe,
con el tiempo crecí y hoy por
hoy me doy cuenta de que Él me concedió mi oración, soy un super héroe... puedo salvar el día, puedo seguir
y destruir el mal con el poder que se me ha dado...
Cada
vez que rezo el Rosario el mal es
vencido, los monstruos son castigados, el lobo es golpeado, el débil
consigue protección y mis familia comparte los
beneficios... pronto, cuando llegue al cielo a
través de la Misericordia de Jesús, volaré por todas partes y
compartiré mi felicidad con
todos, como el Hijo del Padre Todopoderoso me dio
la herramienta para salvar el día,
la herramienta confiado a la Virgen Santísima...
Ahora
soy un super héroe de la Misericordia, es por eso que
rezo el Rosario, porque
amo a Dios y quiero agradarle
y El me agrada a mí, al Jesús vernos a tí y a mí, como los súper héroes
de este fin de los tiempos...
Me
siento como un niño otra vez y es todo gracias a ti Dios,
por verme a través de las dolorosas heridas
de Tu Hijo y dejarme participar en Su Misericordia, al dejar
que Él muera en la cruz por mí,
por él darme a Su
Madre... por todo
eso te doy las gracias.
Me
siento como un niño otra vez y es mi única esperanza complacer a mi Señor
y Su amada Madre, la Reina del Cielo.
Amén.
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