Hola, hermanos míos, quiero
compartir un testimonio con ustedes... Estoy atravesando un camino difícil desde
hace 2 años cuando mi esposa de 24 años me pidió que nos divorciáramos en 2016.
2 años de dolor y sufrimiento
para mí, para mis hijos y supongo que para ella también, a pesar de mis mejores
esfuerzos por aplastar el divorcio y volver a su lado, ella obtuvo lo que
quería, obtuvo el divorcio de todos modos, entonces empecé el proceso de nulidad
dentro de la Iglesia y el sacerdote que aceptó el caso se sentó conmigo...
Cuando lo saludé me dijo que
lamentaba mucho la situación tan triste, respondí que estaba bien, que el dolor
no era tan grande ya que después de 2 años el dolor era mínimo, el tiempo
curaba... el padrecito me dijo: "No , el dolor sigue ahí, todavía sigue grande...
"
Él me aceptó mi nulidad, nos
sentamos y me dijo: "Todo parece estar en orden, pero tenemos que abordar
su dolor, ya que veo que escribió todas sus situaciones dolorosas en el
cuestionario para la nulidad, quiero que vaya a la Santa Misa y ofrézcale este
dolor al Señor, reviva esas situaciones dolorosas, no porque desee obtener
placer de su dolor que eso sería malo, solo piense en el dolor y ofrézcalo al Señor.”
No pude dejar de llorar, el
padrecito estaba en lo cierto, aún estaba muy adolorido... Gracias a Dios por
este sacerdote y por todos los que están dedicados a Él y Sus Enseñanzas.
Tal vez pasaron una o dos semanas
desde esa reunión y me olvidé totalmente de ofrecerle mi dolor a Jesús, fui a
la Santa Misa (misa neocatólica o misa normal como la gente le gusta llamarla,
ya que no hay misa en latín en la ciudad de Santo Domingo, RD., mi único
recurso para obtener la Eucaristía aquí es este tipo de misa), en el momento de
compartir la señal o el abrazo de paz, noté que estaba solo, nadie a quien dar
la paz y de repente recordé que nunca le daré a mi ex esposa el abrazo o el
beso de paz, me puse tan triste y mi dolor me sacudió hasta brotar lágrimas
amargas, al mismo tiempo me recordé lo que me dijo el sacerdote acerca de
ofrecerle mi dolor a Jesús...
Cerré mis ojos y junté mis manos,
inconscientemente mis manos formaron una especie de "copa", como si
fuera a beber agua de mis manos, la puse cerca de mi pecho y de repente mi
cuerpo comenzó a producir un fuerte calor, algún tipo de energía** salía
y rodeaba mi cuerpo, la energía corría de mis pies y mi cabeza, y fluía hacia
mis palmas, esta energía era caliente y fluía directamente hacia la
"copa" formada por mis manos.
(** Quiero que imagines en tu mente lo que estaba sucediendo, esa energía es la acción de nuestro Señor, el Espíritu Santo)
(** Quiero que imagines en tu mente lo que estaba sucediendo, esa energía es la acción de nuestro Señor, el Espíritu Santo)
Abrí los ojos y no veía nada,
pero sentía la energía acalorada cual seguía fluyendo por cada centímetro de mi
cuerpo a mis manos, formando una especie de "bola", aunque sé que no
podía verla pero la sentía, la energía que fluía al llegar a las palmas de mis
manos "curveaba" mucho, mientras que la energía que salía de todo mi
cuerpo la sentía que tenía un flujo "lineal", en mis manos el flujo
que sentía era "curvo" como formando una bola.
Luego desplace la copa formada
por mis manos hacia arriba y afuera de mi pecho como una ofrenda y entonces
esta energía curva desapareció, la tristeza desapareció, el dolor desapareció...
hoy por hoy estoy mucho mejor.
Al día siguiente fui a misa
nuevamente y quise hacer lo mismo, esta vez no con el dolor, ya que no tenía la
misma cantidad de dolor que antes pues ya lo había ofrecido, se había ido, esta
vez ofrecí mi miedo...
Lo mismo, se lo ofrecí a Dios con
mi "copa" formada por mis manos, colocada en mi pecho, pero esta vez,
para mi sorpresa, la energía era fría, la energía que salía de todo mi cuerpo
era fría y formaba una bola fría en mis manos, de nuevo, lo puse hacia arriba y
afuera de mi pecho y fue tomado, se fue.
Hay una oración dada por Jesús a
María de la Divina Misericordia, oración cruzada # 3, que dice:
“Oh Mi Señor Jesucristo, Te ruego librar al mundo del
miedo que separa las almas de Tu amoroso Corazón. Te pido que las almas que
experimentarán verdadero miedo durante el GRAN AVISO, se detengan y permitan
que Tu Misericordia inunde sus almas, para que así sean libres de amarte de la
manera en que deberían. Amén.”
Mientras leo esta hermosa
oración, veo que el miedo separa a las almas del Sagrado Corazón de Jesús y hoy
por hoy oro esta oración todo el tiempo para que las personas superen el miedo
en el momento del Gran Aviso, trato de orar esto todos los días en mi
recitación personal de la cruzada de oración, pero También quería señalar que
deberíamos dejar ir el miedo y permitir que nuestro Señor nos ayude, así que ofrecí
mis miedos de la misma manera que ofrecí mi dolor y ahora estoy mejor gracias a
Su Misericordia, espero que este testimonio también te ayude a librarte del
miedo y ofrecer tu dolor a Dios.
Un gran abrazo en Jesucristo.
Amén
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