Siempre me he sentido único, como ningún otro ser humano en este mundo, desde
pequeño que todo fuera de mí se sentía tan irreal, no era soledad en sí, no era
algo que yo hiciera en particular o algo que yo tenía como por ejemplo algún
extraordinario coeficiente intelectual, y todos nos hemos sentido así en algún
momento de nuestras vidas, como el protagonista del mundo, y esto es por el
Amor de Dios.
Somos de Él, todos nos hemos sentido así a en algún momento de nuestras
vidas, cada uno de nosotros nos hemos sentido así, la creación entera viendo el
día a día del ser humano más maravilloso, cada uno de nosotros a lo largo de la
historia, desde Adán y Eva, Musk y todos quienes han atravesado la peor
situación de pobreza, guerra o salud, cada uno de nosotros, se ha sentido el
centro de todo, no por nuestra propia fuerza, no… Esto es debido al Amor de
Dios.
Recuerdo a una mujer china quien trabaja en mi restaurante chino
favorito en St. Petersburg Florida, le di como obsequio mi primer libro: “El
Tesoro de los Cielos…”, cuando lo leyó completo, ella junto a su familia llegaron
a una conclusión, que tengo suerte.
Suerte es una frase grande en la comunidad asiática, algo que es más que
la palabra en sí, en su cultura la suerte es esencial tanto en lo espiritual
como para todo lo demás del día a día, pero no es “suerte”, lo que es para ella
(aunque no sepa), para usted y para mí, es que Dios nos ama tanto, tanto
que incluso dejó que Su único Hijo Jesús sufriera y muriera horrendamente, todo
por nosotros.
A pesar de esa absoluta verdad (que Dios nos ama), nosotros vivimos
llenos de nosotros mismos, actuamos de manera egoísta, pecamos fuertemente y le
cerramos la puerta en la cara a nuestro Señor, todo por un gusto de momento, un
segundo de placer, por una gloria mundana que mancha nuestras almas con el
color de la perdición… Lo sé, porque soy un campeón en tales cosas, campeón en
pecar, pero también sé que nuestro Señor no aparta Su bello rostro de los
golpes, Él realmente nos ama.
Un Testimonio: “No sé si estaba despierto o tal vez soñando, vi al Padre
Todopoderoso, Él tenía alguien en Su mano, ese alguien era yo, entonces, el
calor de Su Aliento me dio vida, pude sentir ese calor durante días y días, no
había sentido tal calor en toda mi vida terrenal con algo o alguien, un calor
tan etéreo, hermoso y lleno de vida… Mi Señor Jesús y El Espíritu Santo
aparecieron a Su lado y compartieron Su felicidad por haberme creado, se me
permitió ver el rostro de mi Señor Jesús y el Espíritu Santo, pero no se me
permitió ver el rostro de nuestro Padre Amado.”
Sé que este testimonio es también cierto para todos, pues todas las
almas son de Él (Ez 18:4).
A pesar de la felicidad de la Santísima Trinidad, Ellos y yo sé quién
soy: un pecador testarudo, alguien que ha roto tantas promesas, que peca y peca
y vuelve a pecar… sin embargo, vuelvo y vuelvo a Él, aunque a veces mis
oraciones tengan sabor a cartón, que mi mente grite por otras cosas, se
distraiga fácilmente con cualquier cosa que no sea santo, a pesar de eso,
vuelvo y vuelvo a luchar, la cosa es NO RENDIRSE, aún el enemigo se
vista de blanco, NUNCA debemos rendirnos y permanecer en oración, fieles y amándole.
Incluso al borde de la desesperación, en la derrota y en vergüenza…
REGRESEMOS a Él… Él está a la puerta, la lucha no ha terminado, todavía la
batalla sigue y solo se puede ganar a través de Él, incluso si no sentimos nuestras
oraciones, incluso si el enemigo nos ataca desde dentro, distrayéndote,
alejándote con ataques mentales, nuestra alma necesita a nuestro Señor, así que
mantengámonos firmes, el regreso de Señor está casi aqui.
Jesús nos prometió, al final Él enjugará nuestras lágrimas, incluso si
hoy Sus puños sangran por el constante golpeo a la puerta de nuestro corazón,
Él nunca se irá, nunca nos dejará solos, Él siempre cumple sus promesas.
No me malinterpreten, si no cambiamos nuestros malos caminos la
perdición será nuestro fin, hasta los papas van al infierno, la popularidad o
la “suerte” no es garantía de salvación, solo en Jesús hay salvación si
termino en el infierno es por dejar de luchar, por abandonar a Jesús, el
infierno es para los que rechazan a Dios y sus vidas terminan con esa horrible
mancha, así que NO se rindan, aún sus oraciones tengan sabor a cartón como me
pasa a mí todo el tiempo, su fe y amor a Dios darán frutos, así que sigan rezando
el rosario, las coronillas y abracen los sacramentos, sigan el camino a la
santidad, y recuerden, al final: ¡Dios gana!
“Oh, María sin pecado concebida, ruega a tu
Hijo nuestro Señor Jesucristo que cambie el agua de nuestras vidas a otro
color. Cambia Señor Jesús, como hiciste en Caná, las aguas de nuestras vidas en
vino, para que nuestras vidas tengan color, el color de Tu Amor”. Amén.
Un fuerte abrazo
en Cristo Jesus.
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