lunes, 2 de diciembre de 2024

Aún en Tibieza: sigamos luchando

Siempre me he sentido único, como ningún otro ser humano en este mundo, desde pequeño que todo fuera de mí se sentía tan irreal, no era soledad en sí, no era algo que yo hiciera en particular o algo que yo tenía como por ejemplo algún extraordinario coeficiente intelectual, y todos nos hemos sentido así en algún momento de nuestras vidas, como el protagonista del mundo, y esto es por el Amor de Dios.

Somos de Él, todos nos hemos sentido así a en algún momento de nuestras vidas, cada uno de nosotros nos hemos sentido así, la creación entera viendo el día a día del ser humano más maravilloso, cada uno de nosotros a lo largo de la historia, desde Adán y Eva, Musk y todos quienes han atravesado la peor situación de pobreza, guerra o salud, cada uno de nosotros, se ha sentido el centro de todo, no por nuestra propia fuerza, no… Esto es debido al Amor de Dios.

Recuerdo a una mujer china quien trabaja en mi restaurante chino favorito en St. Petersburg Florida, le di como obsequio mi primer libro: “El Tesoro de los Cielos…”, cuando lo leyó completo, ella junto a su familia llegaron a una conclusión, que tengo suerte.

Suerte es una frase grande en la comunidad asiática, algo que es más que la palabra en sí, en su cultura la suerte es esencial tanto en lo espiritual como para todo lo demás del día a día, pero no es “suerte”, lo que es para ella (aunque no sepa), para usted y para mí, es que Dios nos ama tanto, tanto que incluso dejó que Su único Hijo Jesús sufriera y muriera horrendamente, todo por nosotros.

A pesar de esa absoluta verdad (que Dios nos ama), nosotros vivimos llenos de nosotros mismos, actuamos de manera egoísta, pecamos fuertemente y le cerramos la puerta en la cara a nuestro Señor, todo por un gusto de momento, un segundo de placer, por una gloria mundana que mancha nuestras almas con el color de la perdición… Lo sé, porque soy un campeón en tales cosas, campeón en pecar, pero también sé que nuestro Señor no aparta Su bello rostro de los golpes, Él realmente nos ama.

Un Testimonio: “No sé si estaba despierto o tal vez soñando, vi al Padre Todopoderoso, Él tenía alguien en Su mano, ese alguien era yo, entonces, el calor de Su Aliento me dio vida, pude sentir ese calor durante días y días, no había sentido tal calor en toda mi vida terrenal con algo o alguien, un calor tan etéreo, hermoso y lleno de vida… Mi Señor Jesús y El Espíritu Santo aparecieron a Su lado y compartieron Su felicidad por haberme creado, se me permitió ver el rostro de mi Señor Jesús y el Espíritu Santo, pero no se me permitió ver el rostro de nuestro Padre Amado.”

Sé que este testimonio es también cierto para todos, pues todas las almas son de Él (Ez 18:4).

A pesar de la felicidad de la Santísima Trinidad, Ellos y yo sé quién soy: un pecador testarudo, alguien que ha roto tantas promesas, que peca y peca y vuelve a pecar… sin embargo, vuelvo y vuelvo a Él, aunque a veces mis oraciones tengan sabor a cartón, que mi mente grite por otras cosas, se distraiga fácilmente con cualquier cosa que no sea santo, a pesar de eso, vuelvo y vuelvo a luchar, la cosa es NO RENDIRSE, aún el enemigo se vista de blanco, NUNCA debemos rendirnos y permanecer en oración, fieles y amándole.

Incluso al borde de la desesperación, en la derrota y en vergüenza… REGRESEMOS a Él… Él está a la puerta, la lucha no ha terminado, todavía la batalla sigue y solo se puede ganar a través de Él, incluso si no sentimos nuestras oraciones, incluso si el enemigo nos ataca desde dentro, distrayéndote, alejándote con ataques mentales, nuestra alma necesita a nuestro Señor, así que mantengámonos firmes, el regreso de Señor está casi aqui.

Jesús nos prometió, al final Él enjugará nuestras lágrimas, incluso si hoy Sus puños sangran por el constante golpeo a la puerta de nuestro corazón, Él nunca se irá, nunca nos dejará solos, Él siempre cumple sus promesas.

No me malinterpreten, si no cambiamos nuestros malos caminos la perdición será nuestro fin, hasta los papas van al infierno, la popularidad o la “suerte” no es garantía de salvación, solo en Jesús hay salvación si termino en el infierno es por dejar de luchar, por abandonar a Jesús, el infierno es para los que rechazan a Dios y sus vidas terminan con esa horrible mancha, así que NO se rindan, aún sus oraciones tengan sabor a cartón como me pasa a mí todo el tiempo, su fe y amor a Dios darán frutos, así que sigan rezando el rosario, las coronillas y abracen los sacramentos, sigan el camino a la santidad, y recuerden, al final: ¡Dios gana!

“Oh, María sin pecado concebida, ruega a tu Hijo nuestro Señor Jesucristo que cambie el agua de nuestras vidas a otro color. Cambia Señor Jesús, como hiciste en Caná, las aguas de nuestras vidas en vino, para que nuestras vidas tengan color, el color de Tu Amor”. Amén.

Un fuerte abrazo en Cristo Jesus.

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